
Creo que todo queda aquí perfectamente claro. Ya no debe ser ofendida ni calumniada la señora Angélica Rivera ni tampoco debe ser agraviado por el tema de la casa de Lomas su esposo el presidente Enrique Peña Nieto.
Ella explica su patrimonio. Es millonaria. Ganó mucho dinero trabajando durante años para Televisa. Tenía el derecho de comprar una casa y ampliarla.
Tiene también, dice con sinceridad, un apartamento en Miami y adquirió en el DF otro inmueble, para su mamá.
La gente exitosa posee bienes valiosos. Es el caso de una mujer que ha trabajado toda su vida y que, ahora, es esposa del presidente de México. Y que, seguramente, cuando su marido termine su mandato, volverá a su trabajo en la actuación.
Venderá, ha afirmado, el contrato de la casa de Las Lomas, no porque sea ilegal, sino para que se deje de lastimar a su familia.
Es decir, se va a deshacer de su casa para que ya no se le calumnie. Es un gesto que la honra.
Ha dado a conocer la señora Rivera información y documentos privados simple y sencillamente para callar la boca a todos aquellos que, enfermos de pasión política, la consideraron una persona deshonesta.
No lo es. Todo lo contrario, Angélica Rivera ha realizado su trabajo desde los 15 años de edad con honestidad y profesionalismo. Ganó dinero por eso, mucho dinero. Hoy paga el costo de estar al lado de un hombre al que algunos combaten porque han sido dañados en sus intereses por las reformas estructurales.
Una tristeza que el proyecto de desestabilización de algunos sean tan inmoral que no respete ni a las familias.