Conocido como The Loop por los rieles del metro en altura que gira entre sus edificios, el centro de Chicago concentra gran parte del movimiento de esta ciudad, a orillas del lago Michigan.
Allí están sus principales atracciones, los parques, los museos de arte, las esculturas de estilo futurista, los rascacielos que fascinan a los arquitectos, los clubes de jazz y de blues.
Es el corazón de una urbe que, a poco andar, se siente como una especie de Nueva York a escala. Menos frenética y vertiginosa, pero siempre llena de estilo.
Escenas de un recorrido por esta maravillosa ciudad del estado de Illinois (EE. UU.).
Primera escena:
El amanecer
Es bueno despertar en Chicago. Y mucho mejor cuando, al frente tuyo, una mujer que te trata de “darling” (querido o cariño) llega con la mejor ‘omelette’ que te hayas comido en tu vida.
Estoy en Lou Mitchell’s, el diner (restaurante) más clásico de la ciudad, haciendo lo mismo que cientos de personas hacen todas las mañanas: tomar el desayuno. Hay que hacer una larga fila, aunque avanza bastante rápido. Pero mientras uno espera, las mismas señoras que te dicen “darling” se pasean entre la gente repartiendo unas deliciosas donas que son institución de acá.
Lou Mitchell’s existe desde 1923, y esto de repartir donas gratis se le ocurrió a Lou –el dueño, ya fallecido– en 1956.
Desde entonces, gente de a pie y hasta presidentes como Jimmy Carter, George Bush y Barack Obama han desayunado en alguna de estas mesas.
Además, justo en este punto comienza la Ruta 66, la mítica carretera establecida en 1926 que atravesaba Estados Unidos desde Chicago a Los Ángeles.
Todo esto se puede ver en Chicago, donde se inventaron los rascacielos y nació el blues eléctrico con Muddy Waters; donde Obama se formó antes de ser Presidente.
Los buenos puestos en ‘rankings’ son pan de cada día: la ciudad frecuentemente es elegida dentro de las mejores del mundo –tal como lo dijo ‘The Times’ en el 2009–, y suele competir en blogs de viajeros con Nueva York y Los Ángeles como “la mejor ciudad grande para vivir” en Estados Unidos.
Segunda escena:
Caminando por la ciudad de Batman
Cuando no había aviones, a Chicago se llegaba en tren. Hoy todavía se puede, y es una buena excusa para sentirse como en la película Los intocables, de Brian de Palma, que se filmó aquí.
Los gánsteres, Al Capone, la época de la prohibición, todo eso ocurrió en esta ciudad durante los años 20. Esa clásica escena donde capturan al contador de Capone, mientras en cámara lenta cae el coche de un bebé por una escalera de mármol en medio de la balacera, fue filmada en la Union Station, la estación de trenes de Chicago, que se mantiene prácticamente igual. De hecho, existen varios tours que recorren la ciudad a través de los hitos de todas las películas que se han filmado aquí: Los intocables, Alta fidelidad, Los Blues Brothers y Batman, entre otras.
Ciudad Gótica está inspirada en Chicago, y sin duda ambas se parecen, sobre todo cuando uno camina por las calles del centro, como La Salle o State, donde de pronto se asoman oscuros pasajes, callejones, tapas de alcantarillas como humeantes, igual que en el cómic.
Al centro de Chicago se le llama The Loop, y es el corazón histórico, financiero y turístico de la ciudad. Allí están las principales atracciones: el Instituto de Arte de Chicago, la Torre Willis (ex- Sears, la más alta de Chicago, con 442 metros de altura y un mirador en el piso 103 que recibe a 25.000 personas al día) y los edificios más emblemáticos como el Monadnock, el Rookery, el Marquette y el Reliance, que hacen alucinar a los fanáticos de la arquitectura. También está el famoso Teatro de Chicago (con su clásica luz de neón) y el Millenium Park, donde está el Cloud Gate, esa especie de fríjol de acero futurista creado por Anish Kapoor, presente en casi todas las postales.
Caminar por The Loop es esencial para entender por qué Chicago se percibe y es conocida también como una especie de Nueva York a escala, aunque tal vez sin ese ritmo frenético. Es más limpia y silenciosa (tiene 2,7 millones de habitantes, versus los 8,3 de Nueva York) y en vez de mar tiene al lago Michigan, que por su tamaño bien lo parece.
En invierno, se conoce como la Windy City –por el fuerte viento, que ha alcanzado cifras históricas de 140 kilómetros por hora–. En verano, los parques explotan de verde, la gente se baña en las fuentes de agua, como la Crown Fountain.
Los yates, además, están con sus velas listas para salir a navegar por el lago Michigan; el Navy Pier y su famosa rueda vibran con el movimiento de locales y turistas, y la Magnificent Mile –algo así como la Quinta Avenida, pero de Chicago– brilla por sus tiendas de lujo.
Eso sí, una gran forma de recorrer y admirar The Loop es subirse al metro –también llamado EL– que va en altura. Tome la línea café, naranja o rosada y trate de sentarse en el primer carro frente a la ventana. La ruta va rodeando un área de 5 kilómetros cuadrados y pasa entre los edificios icónicos, como la espectacular Marina City de Bertrand Goldberg o la torre y hotel Trump International.
A veces parece que uno pudiera tocar los rascacielos. O como que estos fueran a tragarlo a uno.
Así de cool es Chicago.
Tercera escena:
El jazz y el blues se respiran en el aire
Bob Koester tiene 81 años. Nació en Kansas y se mudó a Chicago en 1958.
Bob pasa gran parte de su tiempo en Jazz Record Mart, la disquería de este género más grande del mundo. Tiene estantes repletos de LP muy bien categorizados: grabaciones anteriores a la Segunda Guerra Mundial, de blues, de latin jazz y hasta de discos nuevos a tan solo 99 centavos.
Aunque es gigante, se siente como una pequeña tienda donde los clientes son amigos. Algo tan de Chicago.
“Somos la disquería más grande de jazz porque nadie querría tener una: hay que estar muy loco para dedicarse a vender discos, menos de jazz”, dice Bob, riendo.
A Chicago, claramente, se podría venir sólo por la música. Le pregunto a Bob por algunos buenos clubes de jazz. Yo había ido a sitios de blues como el Buddy Guy’s Legends, el club del legendario guitarrista Buddy Guy en la avenida Wabash; al Blue Chicago, un pequeño bar en la calle Clark; al B.L.U.E.S. en la calle Halsted. Todos siguen ahí.
Pero ahora, la idea era seguir la atmósfera jazzera. Fue aquí donde se hicieron las primeras grabaciones del género, entre los años 20 y 30, y donde surgieron estrellas como el trompetista Bix Beiderbecke, el “rival” blanco de Louis Armstrong.
Si bien hay menos clubes de jazz que de blues en Chicago, la oferta igual es amplia y variada. Bob Koester recomienda, entre otros, el Jazz Showcase, en el número 806 de South Plymouth; el Green Mill del 4802 de North Broadway –famoso porque era el bar favorito de Al Capone durante la época de la prohibición–; y el Andy’s Jazz Club, en el número 11 de la calle East Hubbard.
Por dentro, este último es el tipo de club de jazz que uno esperaría encontrar en Chicago: pequeño, luz tenue, ventanas con luces de neón, ambiente sofisticado, una barra central con dispensadores de cerveza y botellas de licor apiladas, recortes de diarios en las paredes, mesas alrededor. Un escenario montado sobre una tarima, una cortina de fondo.
El público escucha respetuoso, y aplaude con fervor.
Algunos imperdibles de Chicago
-Lou Mitchell’s: 565 W Jackson Blvd; www.loumitchellsrestaurant.com.
-Teatro de Chicago: abierto en 1921, la foto junto a su letrero de neón es una postal. Aquí ha tocado hasta Frank Sinatra. 175 N State St; www.thechicagotheatre.com.
-Jazz Record Mart: la disquería de jazz más grande del mundo. 27 E Illinois St; www.jazzmart.com.
-Instituto de Arte: basta decir que es el segundo museo de arte más grande de Estados Unidos. 111 S Michigan Ave; www.artic.edu.
-Willis Tower: suba hasta el piso 103 para ver, desde la altura, por qué Ciudad Gótica se inspiró en esta ciudad. 233 S Wacker Dr.; www.willistower.com.