Investigadores de la Universidad John Hopkins, en Baltimore, y de la de Nebraska encontraron el virus culpable de la estupidez, identificado como el ATCV-1.
Según la información publicada por el diario El Mundo de España, hasta ahora sólo se había encontrado en algas verdes, esas plantas acuáticas simples, unicelulares en su mayoría.
El ATCV-1 reduce la capacidad de discernir del cerebro y altera sentidos como la conciencia espacial y la atención.
La detección del virus en humanos fue fortuita; se produjo en un estudio sobre microbios en la garganta dijo el investigador Robert Yolken.
La comprobación de los efectos del virus, más allá de la experiencia diaria que todos tenemos, se realizó en ratones de laboratorio.
Los infectados se desenvolvían peor que los sanos. En otro trabajo con un grupo de 92 humanos, los 40 que dieron positivo tenían sobre un 7 por ciento de cociente intelectual inferior a los libres del virus.
Este virus se camufla muy bien, tanto como pasa en la vida misma con la estupidez: poseemos una sutil capacidad para detectarla en otros y gran dificultad para advertirla en nosotros.
