La mayoría de visitantes que llega a este paraíso caribeño lo hace por sus playas de arena blanca, largas, amplias y solitarias, ideales para disfrutar del sol y del mar.
La fiesta es otra de las atracciones de la isla. Hay una amplia variedad de restaurantes y bares que permiten disfrutar de una grandiosa comida y unos buenos tragos, dentro de los cuales se destaca el famoso Blue Curazao, el licor emblemático.
Quienes viajen en familia, con niños, no se deben perder el Acuario de Curazao y disfrutar de los espectáculos con delfines y lobos marinos. Toda la riqueza marina de Curazao se puede apreciar en este lugar. Y quienes quieran pueden vivir la experiencia de nadar con delfines.
Curazao llama la atención con sus casonas de estilo holandés pintadas de colores pastel. Los tonos rosados, verdes y amarillos contrastan con el mar cristalino color turquesa que las rodea.
Pero este espectáculo de diversidad cromática no siempre fue así. Según relatan los historiadores ante los turistas, los colores que sobresalen hoy en la isla son el resultado de los dolores de cabeza del gobernador Albert Kikkert, a quien su médico le recomendó pintar las casas de colores suaves; se cuenta que el blanco intenso que las distinguía en esas épocas le estaba causando jaquecas. Tiempo después se descubrió que el doctor era dueño de una fábrica de pintura.
Los curazoleños hablan en promedio cuatro idiomas: papiamento (dialecto nativo), holandés, inglés y español. Los tipos de moneda utilizados en la isla son florines y los dólares estadounidenses.