Las playas de arena fina y el famoso mar de siete colores invitan al descanso total en San Andrés. No en vano, es uno de los destinos más visitados por colombianos y extranjeros. Pero hay mucho más que playa y Caribe. Tenga en cuenta estos planes, si quiere descubrir otras facetas de la isla.
Paseo por la circunvalar
El plan infaltable es la vuelta por la carretera circunvalar que rodea la isla de norte a sur. Hay quienes lo hacen en carros, motos o bicicletas –que alquilan– o en tours. Otros prefieren caminar o trotar.
![]() Los turistas pueden interactuar con los nativos de la isla y conocer sus tradiciones. Foto: Sebastián Velásquez/ELTIEMPO. |
Ese recorrido es ideal para contemplar –o hacer una parada– en varias de las mejores playas de la isla como Spratt Bight, Cocoplum, San Luis y Sound Bay. También para conocer la historia de la isla e interactuar con los isleños en inglés (por su cultura y ascendencia inglesa), español y creole (un inglés modificado por los esclavos para que sus amos no les entendieran).
Un poco de historia
Si tiene curiosidad por conocer la historia de la isla y el origen de sus tradiciones, no deje de visitar el Parque Temático Cueva de Morgan, compuesto por el Museo del Coco (un lugar dedicado a esa fruta tropical que antiguamente fue fuente económica de la isla) y el Museo del Pirata, donde el 80 por ciento de los objetos son reales: anclas, garfios, campanas y joyas. También hay una galería con las obras artísticas de algunos pintores de San Andrés, como las de Lucy Show, una artista cuadripléjica que, a través de sus pinturas, expresa todo el sentir isleño. Allí también están el barco pirata y la emblemática cueva del corsario Henry Morgan, en donde –según dicen los isleños– escondió un tesoro que aún no se ha encontrado.
Naturaleza pura
El islote de Johnny Cay (a 10 minutos en lancha desde San Andrés) es uno de los paseos obligados. Y es una buena opción para ir a almorzar, tomarse un ‘coco fresa’ o ‘coco loco’, contemplar iguanas y sumergirse sobre sus grandes olas.
![]() Islote de Johnny Cay. Foto: Sebastián Velásquez/EL TIEMPO |
Desde allí, en lancha, se llega al Acuario; sus aguas son mansas, cristalinas y de poca profundidad, aptas para la práctica del esnórquel. Se aprecian coloridas especies marinas: desde peces de todos los tamaños hasta erizos. De regreso a San Andrés puede visitar el West View y saltar desde un tobogán o un trampolín, y sumergirse en las profundidades del mar.
Ir al Jardín Botánico es aceptar el reto de perderse entre casi 423 especies de flora y subir a un mirador para ver la isla desde una panorámica de 360 grados.
Dormir con los nativos
Aunque San Andrés cuenta con una completa infraestructura hotelera, para todos los gustos y bolsillos, una muy buena opción es hospedarse en posadas nativas que han sido adaptadas para atender a los turistas, que ofrecen muy buenos precios.