
Desde su creación, los drones han tenido un uso mayoritario en tareas de defensa. El Torpedo Aéreo Kettering o Kattering Bug es conocido como el precursor de este sistema de naves no tripuladas. Su desarrollo se dio durante la primera Guerra Mundial, con el objetivo de impactar al enemigo como una bomba. Pesaba casi 250 kilos y alcanzaba una velocidad cercana a los 190 kilómetros por hora, luego de ser lanzado a través de una carretilla sobre rieles.
Pero la guerra terminó y nunca se probó en combates. Hacia los 40 se dio vida al Radioplane OQ-2, el primer dron producido en masa, que se utilizó para la formación de pilotos. Ese uso prioritario en defensa no ha variado, como lo comprueba la lucha contra el narcotráfico de ejércitos como el estadounidense, que emplea una amplia flota de estos aparatos. Lo que sí se ha abierto son nuevos campos de uso.
Cada día son más los drones destinados a tareas de emergencia, como extinción de incendios o reacción ante desastres naturales. También sirven para reparación o supervisión de infraestructura, búsqueda y rescate de personas y, por qué no, para grabar a vecinas que se broncean ligeras de ropa en las azoteas de los edificios, como ocurrió recientemente en Eslovaquia. Claro, no todas estas utilidades son las más apropiadas.
En Colombia, las Fuerzas Militares apoyan varias de sus misiones con estos dispositivos, que en inglés se conocen como UAV (Unmanned aerial vehicle, que traduce vehículo aéreo no tripulado) y que acá llamamos ATR (Aeronaves Remotamente Tripuladas).
“Hemos empezado a generar otra doctrina que ha establecido la importancia de dejar claro que estos aparatos no se manejan solos; por eso son remotamente tripulados”, aclara Juanita Rodríguez Kattah, directora de Ciencia, Tecnología e Innovación del Ministerio de Defensa.
Actualmente, la Fuerza Aérea opera unos 50 ART a lo largo del territorio nacional. El general del Aire de la Reserva Activa Flavio Ulloa, presidente de la Corporación de la Industria Aeronáutica Colombiana (CIAC), señaló que si bien los drones en Colombia no se utilizan para atacar blancos, su uso se enfoca en defensa para tareas de vigilancia de oleoductos, vías, tendidos eléctricos y zonas estratégicas, o para misiones de inteligencia.
Señala que Colombia no es un país rezagado en esta materia y prueba de ello es que desde el 2009 inició el proyecto de crear su propio dron: Iris.
“El proyecto empezó ese año con el diseño, y entre el 2010 y el 2013 se llevó a cabo el desarrollo. El año pasado empezamos con los vuelos de prueba y este año estamos preparando la aeronave para la siguiente fase, que es equiparlo con dispositivos para aerofotografía y vigilancia”, dijo el general Ulloa.
Tiene unos 10 metros de envergadura por 7 metros de largo, vuela hasta 17.000 pies con una autonomía de entre 8 y 10 horas, y un alcance de entre 150 y 200 kilómetros.
La segunda fase –de prueba- se desarrollará durante el 2015, con la idea de entrar en producción en el 2016 y así ponerlo en el mercado para la Fuera Aérea y para países vecinos.
Regulación a la vista
Al ritmo que crece la popularidad de los drones se mueve la discusión en el mundo sobre cómo regularlos. Ese precisamente será uno de los temas de discusión en la cuarta edición de Expodefensa, que se realizará del 29 al 31 de octubre próximos en Corferias.
En Colombia no existe una regulación específica para estos equipos, pero sí hay normas establecidas por la Aerocivil para trabajos aéreos especiales, como aerofotografía, aerofotogrametría, geología, sismografía, construcción, búsqueda y rescate, entre otras actividades.
Lo primero es un certificado de aeronavegabilidad, que se logra tras cumplir con una serie de compromisos. El general Ulloa señala que la operación desde la parte militar también se hace en coordinación con la Aerocivil, en áreas aisladas y protegidas que ya han sido establecidas.
Pero al emerger otros usos, sobre todo comerciales, en países como Estados Unidos y España las autoridades han acelerado esta discusión y ya tienen algunas pautas.
En España, por ejemplo, existe una ley para controlar el uso de carácter comercial y civil de drones. Para ello se han creado escuelas para operadores, que mediante cursos teóricos y prácticos certifican.
“Se trata de una formación multiárea, que va desde el control de infraestructuras dañadas, rescate vertical para casos de inundación y tsunami, y búsqueda de personas en grandes áreas, diurna y nocturna”, explica Santiago Cuesta, director de formación de SRF Profesional, quien añade que también dan un taller sobre montaje, mantenimiento y reparación de las aeronaves.
Son cursos de 180 horas de duración, en promedio, que cuestan unos 6.000 euros. Para Cuesta, sin embargo, esa idea de entregar domicilios, como ya lo han planteado empresas en Estados Unidos, no está cerca. “No creemos que se pueda dar por la sencilla razón que si quieren llevar algo de un sitio a otro se debe tener un espacio diáfano para aterrizar.
Además, la legislación no permite volar por encima de las personas ni en núcleos urbanos. El dron se cae y eso es una realidad, y pese lo que pese puede generar un daño bastante importante”, dice.
El ruido generado por esta propuesta ha sido acallado por la Administración Federal de Aviación (FFA, por sus siglas en inglés), que reitera que el uso comercial de estos dispositivos está prohibido. Claro está que en los últimos meses ha cedido un poco con la autorización a la empresa petrolera BP para el uso de un dron para la inspección de rutas, oleoductos y otros equipos en Alaska. Y el más reciente caso se dio en septiembre, cuando la autoridad de aviación de ese país dio luz verde al uso limitado de estos aparatos a productoras de Hollywood en sus grabaciones.
Todo listo para Expodefensa
Este miércoles comenzará la cuarta edición de Expodefensa, donde se encontrará lo más representativo de la industria nacional e internacional en materia de defensa. A la cita llegarán 22 países representados en empresas, que exhibirán sus propuestas en aire, mar, tierra y seguridad.
“La feria trae tomadores de decisiones de todas partes del mundo para que para las empresas valga la pena estar en Colombia. Tenemos 70 delegados internacionales confirmados, entre ellos varios ministros de Defensa”, confirmó Juanita Rodríguez Kattah, directora de Ciencia, Tecnología e Innovación del Ministerio de Defensa.
El evento tendrá como sede Corferias, en Bogotá, y el ingreso cuesta 33.000 pesos.