- Decenas de miles de personas acuden a la zona de las manifestaciones.
- La policía procederá al desalojo ordenado por los tribunales.
Una atmósfera nostálgica se respira en la zona de las sentadas prodemocracia en Admiralty, en el centro de Hong Kong. Son las últimas horas antes de que la Policía proceda a las 09.00, hora local (02.00 del jueves en España), al anunciado desalojo final de las manifestaciones, conocidas como el Movimiento de los Paraguas, que durante 74 días han exigido reformas electorales en Hong Kong.
Decenas de miles de hongkoneses se acercaron al complejo gubernamental en la última noche de un movimiento que demanda elecciones libres para 2017 y que en su momento de mayor auge llegó a congregar a cerca de 100.000 personas en las calles. Los mensajes predominantes, escritos con tiza en la calzada o impresos en gigantescas telas amarillas —el color simbólico del movimiento— eran “volveremos” y “podrán desalojarnos pero no desalentarnos”.
A pesar de que una clara mayoría de los concurrentes este miércoles aceptaban a regañadientes la retirada forzosa, algunos manifestaban abiertamente su descontento con los organizadores de las sentadas, acusándoles de pasividad y de haber perdido oportunidades de intensificar la protesta. “Hemos fallado precisamente por el principio de la no violencia” manifestaba a través de un altavoz un joven en medio de la multitud, “nos vemos forzados a desalojar porque nunca se nos permitió desviarnos de la no violencia”.
Las claves de la movilización en Hong KongUno de los espectadores no estaba de acuerdo: “si quieres cargar puedes ir ahora mismo, carga pues contra la policía”, le replicó. Algunos aplaudieron su respuesta, otros por el contrario vitorearon al joven.
Las asociaciones estudiantiles que encabezaron el movimiento de ocupación callejera habían manifestado en conferencia de prensa el miércoles por la tarde que sus líderes, Alex Chow de la Federación de Estudiantes Universitarios y Joshua Wong, del movimiento de estudiantes de secundaria Scholarism entre otros, se quedarán de vigilia en la acampada hasta que llegue la policía para hacer cumplir la orden judicial de desalojo.
Wong dijo que aquellos manifestantes que se queden con ellos hasta el último momento deberán respetar el principio de la no violencia. “Todo equipamiento que lleven deberá ser estrictamente defensivo, nos aseguraremos de que no haya enfrentamientos con las fuerzas policiales”, dijo el líder estudiantil que viene de poner fin a una huelga de hambre que le llevó a la sala de emergencias días atrás.
Por su parte, Chow aseguró que el fin de la acampada no equivale al fin del movimiento de desobediencia civil: “nos enfrentamos a un Gobierno que no ha cedido en absoluto a nuestras demandas. La segunda ronda de consulta popular sobre la reforma electoral está a la vuelta de la esquina, entonces seguramente organizaremos una serie de protestas”.
Los fundadores del movimiento Occupy Central, convocantes originales de las manifestaciones, dieron por acabada la etapa de desobediencia civil la semana pasada cuando se entregaron a la policía, solo para ser puestos en libertad sin cargos una hora después.
Las sentadas comenzaron en septiembre en reacción al anuncio de Pekín de una reforma electoral para 2017 en el territorio autónomo que prevé la implantación del sufragio universal, pero excluye el nombramiento ciudadano de candidatos al cargo de jefe del Gobierno autónomo. Según los manifestantes, ello impide que los comicios puedan ser considerados libres. Las protestas adquirieron fuerza después de que la policía intentara disolverlas con gases lacrimógenos y pimienta el 28 de septiembre. Pero tras el entusiasmo de las primeras semanas fueron perdiendo fuerza y apoyo popular.
Hong Kong retornó a soberanía china en 1997 bajo la promesa de un “alto grado de autonomía”, resumido en el lema de Un País Dos Sistemas atribuido a Deng Xiaoping y según el cual la antigua colonia británica mantendría su sistema económico capitalista y su autonomía política.