Especialistas afirmaron que aunque los republicanos controlan en Congreso aún deben trabajar rumbo a las elecciones de 2016.
ATLANTA.— Después de ocho años, el Partido Republicano retomó el control del Senado de Estados Unidos, y lo hizo de una manera arrolladora. Al cierre de esta edición, los votantes les dieron 52 asientos contra 45 de los demócratas y tres aún indecisos, el mayor número desde 1953.
Para varios analistas estadunidenses, estas victorias deberían ser tomadas con calma, pues ello no les asegura que puedan ganar las presidenciales de 2016.
La carrera ya empezó rumbo a la Presidencia. Es cierto que el mandatario Barack Obama tendrá freno a varias de sus intenciones de mejorar o crear nuevas leyes o reformas, lo que pegaría a los demócratas en la carrera a 2016. Ambos partidos siempre se bloquean unos a otros, el tema aquí es que la democracia no se ejerce para los votantes, pues no sólo implica el sufragio libre, sino que los congresistas sean responsables del apoyo a la ciudadanía en general, explica Merle Black, profesor emérito y analista político de la Universidad Emory en Georgia.
Según Black, en esta elección votó 80% de la llamada gente blanca y adulta del padrón electoral, y no lo hicieron los jóvenes y las minorías, que podrían haber ayudado a que los demócratas conservaran el Senado.
Los republicanos no se deberían estar regodeando con el hecho de ganar los llamados estados rojos, señala Neil Newhouse, un encuestador de este partido.
En dos años, que se celebrarán las elecciones presidenciales, así como otro tercio del Congreso estadunidense, será el turno de los estados con preferencia demócrata los que irán a sufragio. Aquí podría haber una recuperación para el partido que llevó a Obama a ser el mandatario por dos periodos.
Sin embargo, para Newhouse, una victoria es una victoria, y el Partido Republicano ha solidificado su posición en el sur, su presencia en Washington y ha debilitado la capacidad de Obama para influir en la agenda nacional.
Los analistas aseguran que desde hace ya varias semanas, los asesores de Obama han trabajado en una estrategia para lidiar los dos últimos años de administración con un Congreso en su contra.
Ambos partidos hablaron a inicios de semana de la necesidad de un compromiso, pero temas como las elecciones de 2016, las divisiones dentro del Partido Republicano y las gélidas relaciones entre Obama y el senador Mitch McConnell, reelegido en Kentucky y que probablemente se convertirá en el líder de la mayoría parlamentaria, son el obstáculo.
No espero que el Presidente se levante mañana y vea el mundo de forma diferente. Él sabe que yo tampoco lo haré, dijo McConnell en su fiesta de celebración por la victoria republicana en el Senado.
En el escenario ideal, McConnell y Obama pueden buscar terreno común en zonas donde sus partidos tienen intereses alineados.
Éste es un nuevo capítulo en la Presidencia y no tiene que ser uno de derrota, dijo ayer Bill Burton, ex asesor de Obama en la campaña y en la Casa Blanca.
Para Obama, la perspectiva de llegar a acuerdos con un Congreso republicano es un premio de consolación que podría salvar su débil segundo periodo. Tiene dos difíciles años para recuperar la insatisfacción de los votantes contra su administración, pues temas como la reforma migratoria, serán difíciles de concretar como él esperaba, añadió Merle Black.
Impulso.- Los republicanos ganaron asientos en el Senado en Colorado, Iowa y Carolina del Norte, todos estados que no tenían una clara preferencia partidista. Dos gobernadores republicanos de alto perfil, Scott Walker, en Wisconsin, y Rick Scott, en Florida, ganaron la reelección por una alta.
Pero en medio de las victorias, los límites de la marea republicana también fueron claros. En New Hampshire, un estado clave de larga tradición, Scott Brown, candidato republicano, no pudo vencer a la senadora demócrata Jeanne Shaheen. Los republicanos tenían esperanza de ganar escaños también en Michigan, pero Gary Peters prevaleció, aseguró Black.
Para este especialista, el Partido Republicano también se ha beneficiado de la naturaleza de la coalición electoral demócrata, construido alrededor de los votantes jóvenes y las minorías como los latinos y los afroamericanos.