Por: Federico Arreola
@Federido Arreola
En su columna de SDP Noticias, el señor Alasdair Espinoza (@eticareciproca en Twitter) ha dicho que las redes sociales de internet “están sobreestimadas como motores del cambio, personal y social”. Este comentario lo hizo a propósito del escándalo desatado a raíz de la tragedia de Iguala-Ayotzinapa.
Hubo un crimen masivo, sin duda. Pero desgraciadamente no es el primero –esperemos que sea el último– desde que el horror se instaló en nuestro país con el arranque de la absurda guerra de Felipe Calderón contra el narco.
En Guerrero, a los normalistas los masacraron sicarios al servicio de las mafias del narco que actuaron siguiendo instrucciones de un funcionario público, el perredista José Luis Abarca, exalcalde ahora preso al que, muy probablemente, protegió el exgobernador, también perredista, Ángel Aguirre.
Esos son los hechos. No hay, claro que no, ningún crimen de Estado. Pero, ni hablar, no pocos usuarios de Twitter y Facebook han pretendido convencer a la opinión pública nacional y global de que fue el Estado mexicano el que mató a los estudiantes.
Aunque eso es falso, los tuiteros lo repiten y lo repiten y lo repiten… El coro de la izquierda en las redes sociales también afirma que en México hay ingobernabilidad, no solo por lo acontecido en Guerrero, sino por las protestas en distintas regiones del país y, sobre todo, por la lamentable balacera en la UNAM, que se dio cuando algunos jóvenes exaltados agredieron a un policía investigador del gobierno –de izquierda, por cierto– del Distrito Federal, que con visto bueno de las autoridades universitarias realizaba alguna diligencia en CU.
En su columna de Milenio, Ciro Gómez Leyva dijo que la noche del sábado, cuando se enteró de que había problemas en Ciudad Universitaria, se dirigió a ese lugar caminando: “Algo grave estaría ocurriendo por la cantidad de camionetas con policías que volaban rumbo a CU”.
Y sí, una hora antes encapuchados pirómanos habían lanzado bombas molotov. Mientras eso ocurría, Ciro vio a decenas de jóvenes pacíficos divertirse en los antros del sur de la Ciudad de México ubicados muy cerca de donde había habido violencia. Era sábado, merecían relajarse después de haber estudiado o trabajado durante toda la semana.
Como dijo Gómez Leyva, “más allá del espectacular despliegue policiaco, o quizá por ello, no había pasado nada. Nadie logró esa noche que a un problema lo siguiera otro problema, como maravillosamente publicó temprano ese sábado Xavier Velasco”.
El conflicto que causó la tragedia de Iguala sin duda es real, pero como expresó Alasdair Espinoza, si bien nos hace sentir inseguros, no impide que nuestra vida continúe con un “sentimiento de normalidad incómodo. Seguimos yendo a trabajar, poniéndole gasolina al carro, y pagando el café, sin que esos actos estén dispensados ‘por lo de Ayotzinapa’. Walmart dijo que le fue especialmente bien este Buen Fin, que mucha gente se compró pantallas planas. Quizá ellos tampoco saben lo de Ayotzinapa”. O sí lo saben y por supuesto lo lamentan, pero no los detiene, no los paraliza.
El mundo, sin duda, ha conocido y condenado los hechos de Iguala-Ayotzinapa. En todos los medios de comunicación del extranjero se ha informado de la desaparición y casi segura muerte de los normalistas.
Pero que la noticia haya viajado lejos y rápido no significa que tengan razón los guerrilleros de Starbucks que juran que, en el extranjero, ya se piensa que México es un país inviable. Por favor.
En el mundo la gente que toma la decisiones es crítica y debe estar indignada, pero no padece la enfermedad bipolar.
Es decir, si hace dos meses en el extranjero se pensaba que el presidente Enrique Peña Nieto es un “estadista global” por haber logrado las reformas estructurales, no se trata de una idea que se haya abandonado por el impacto de una crisis grave, como evidentemente lo es, pero que pronto pasará ya que el Estado mexicano posee fuerza y recursos de sobra para enfrentar el problema y resolverlo.
Una prueba de que, en lo fundamental, no ha cambiado la percepción sobre México está en el reconocimiento que acaba de recibir el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
La revista Foreign Policy lo incluyó en su lista de los 100 Pensadores Globales de este año, en la categoría de Tomadores de Decisiones por “Re-energizar a México”. El reconocimiento se lo dieron por haber contribuido como nadie a hacer posible la reforma energética.
Es la primera ocasión que la revista menciona en esa lista a un secretario de Hacienda de México, que fue distinguido entre otros Tomadores de Decisiones como Narendra Modi, primer ministro de la India; Angela Merkel, canciller de Alemania; Hassan Rouhani, presidente de Irán; José Mujica y Luis Almagro, presidente y ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, y Matteo Renzi, primer ministro de Italia.
Hay problemas en México, claro que sí. Son muchos y algunos son tan graves que deben ser atendidos urgentemente por todo el equipo que en la actualidad gobierna a nuestro país.
Se nos critica en el extranjero, sin duda, por no haber logrado todavía superar la catástrofe provocada por la guerra perdida de Calderón. Pero, también, el mundo reconoce lo bueno que hemos logrado, sobre todo las reformas estructurales. Por eso Foreign Policy ha incluido en su selecta lista a Videgaray. Y no es poca cosa.