BRASILIA.— El gobierno de Dilma Rousseff anunció ayer un recorte de gastos de funcionamiento con el que pretende ahorrar 703 millones de dólares mensuales, y reforzar su política de austeridad frente a la desaceleración de la economía brasileña.
Rousseff, que inició el 1 de enero su segundo mandato, limitó mediante decreto los gastos discrecionales en el Ejecutivo que excluyen salarios, pensiones o beneficios laborales.
La “limitación adicional definida por el decreto significará un bloqueo mensual de mil 900 millones de reales” (703 millones de dólares al cambio de ayer), destacó el ministerio de Planeación en un comunicado.
El recorte, que fue anunciado antes de que el Congreso
—actualmente en receso— apruebe el presupuesto de 2015, afecta rubros como viajes, compras y servicios.
El gobierno de Rousseff pretende de esta forma acercarse a la meta de ahorro fiscal para el pago de deuda pública de 2015, tras prácticamente fracasar en ese propósito el año pasado.
El nuevo ministro de Hacienda, Joaquim Levy, prevé un superávit primario de 66 mil millones de dólares (1.2% del PIB).
Este indicador es observado por inversionistas y organismos multilaterales como una muestra de confianza en el manejo responsable de la economía.
Sólo con el recorte planteado por Rousseff, el gobierno ahorraría al año unos ocho mil 400 millones de dólares. “Esto refuerza la expectativa de que bajo el nuevo gobierno habrá una política fiscal de contención y no de expansión, como en otros años”, dijo José de Lima Gonçalves, economista jefe del Banco Fator de Sao Paulo.
El gobierno justificó la medida “frente a las incertidumbres sobre la evolución de la economía, el escenario fiscal”, según el ministerio de Planeación.
La nueva disposición se suma a las restricciones impuestas por el gobierno al acceso al seguro de desempleo y la pensión por muerte.
Durante el primer gobierno de Rousseff (2010-2014), la séptima economía del mundo se desaceleró.