San Francisco, la ciudad bohemia, moderna y diversa de Estados Unidos

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San Francisco es considerada la ciudad más bonita de Estados Unidos. Es bohemia y diversa, repleta de bares underground con bandas en vivo de jazz, blues y rock, dueña de atardeceres con vista al mar e ideal para recorrerla a pie o en tranvía. Sus calles inclinadas suelen quitar el aliento al viajero, pero permiten apreciar un paisaje arquitectónico de tendencias victorianas y modernistas.

Esta colorida ciudad no es solo historia y turismo. Hoy acoge al centro neurológico de la informática y electrónica en el mundo. Allí se aloja el conocido Silicon Valley, que para los amantes de la tecnología y la innovación es su propio Disney World.

Esta urbe, con más de 800.000 habitantes, ubicada en el oeste de California, fue en sus inicios una población pesquera llamada Yerba Buena, habitada por indígenas. Más tarde, en 1776, fue renombrada San Francisco, en honor a las misiones franciscanas del español Juan Bautista de Anza, que ayudaron a su desarrollo.

Ha sido cuna de importantes fenómenos sociales. En la década de los 50 se caracterizó por la rebeldía de sus ciudadanos ante los valores morales clásicos norteamericanos. Fue una etapa de liberación sexual, diversidad racial y étnica. A ello se debe ese espíritu de libertad que se percibe en cada rincón. Para recordar el movimiento hippie, el barrio Upper Haight es el indicado.

Los tradicionales tranvías

El auge de la fiebre del oro, en 1849, llevó a la construcción de ferrocarriles y de los tradicionales tranvías de madera, que empezaron a funcionar en 1873, jalados por un cable subterráneo.

Los tranvías salen desde el centro de la ciudad, cerca de Union Square, y recorren las empinadas calles del barrio de Nob Hill hasta la zona turística de Fisherman’s Wharf.

Los primeros tranvías de tracción eléctrica llegaron en 1892. En un principio se pensó que pondrían en peligro el antiguo sistema por cable; sin embargo, hasta el momento se han mantenido las dos opciones, dándoles prioridad a los más tradicionales para los recorridos turísticos. Para los visitantes, el tranvía se convierte en una ayuda cuando se sienten extenuados al subir las pendientes calles, y de repente aparecen en una esquina las cabinas que funcionan los siete días de la semana, todo el año, desde las 6 de la mañana (hasta la 1 a. m.). Cada trayecto tiene un precio aproximado de 5 dólares.

El imponente Golden Gate

No todo fue color de rosa para esta población costera. En 1906, un terremoto y un incendio destruyeron gran parte de la ciudad, lo que les ocasionó la muerte a más de 700 personas.

En la etapa de reconstrucción, la administración adoptó un código urbano enfocado en las construcciones antisísmicas, con materiales más resistentes, como el cemento y el acero. Las edificaciones conservaron un estilo europeo. Las fachadas de muchas de las viviendas fueron construidas con escaleras de emergencia, como prevención ante incendios y terremotos. Vale mencionar que San Francisco está construida sobre la falla de San Andrés, conocida por producir sismos de gran magnitud.

El famoso puente colgante Golden Gate, que comunica con el condado de Marin, construido por el ingeniero Joseph Strauss, fue inaugurado en 1937, con una longitud de 2.737 metros. Dispone de carriles protegidos para los peatones y los ciclistas.

Una experiencia única para los que lo visitan por primera vez es cruzarlo cuando está envuelto en la blanca neblina, dejando la sensación de que va a desaparecer.

Sin embargo, este ícono de la ciudad también disimula su lado oscuro: el ser reconocido como el lugar donde se comete el mayor número de suicidios en Estados Unidos, con una cifra de más de 1.600 muertes. Este año, las autoridades decidieron instalar una red de acero para evitar más tragedias.

El colorido Chinatown

A diferencia del barrio chino de Nueva York, donde predomina el desorden, el Chinatown de San Francisco es muy organizado. Lámparas orientales adornan las calles de la avenida Grant, donde también se encuentran la Puerta del Dragón y el Chinatown Gate, y la calle Bush, en la que está ubicada la estatua de Sun Yat-sen, en honor de los veteranos de guerra. Ver ancianos asiáticos jugando ajedrez chino o practicando taichi es un cuadro común.

Aunque muchos piensen que el mercado chino es barato, los precios en este barrio no son tan favorables, principalmente los suvenires. Un imán para pegar en la nevera puede costar entre tres y cinco dólares. Los atractivos más recomendados son las tiendas de antigüedades, los mercados de productos alimenticios y los restaurantes de comida asiática, con una prueba infaltable de sushi.

Un puerto y una prisión

El embarcadero de los pescadores (Fisherman’s Wharf) puede considerarse el atractivo turístico más visitado de la ciudad. Allí se encuentra el Muelle 39, el hogar de más de 100 leones marinos, que compiten entre ellos por ganarse un espacio en el piso de madera. Nadie sabe cómo ni por qué llegaron a este lugar hace más de 20 años.

Del muelle 33 salen los barcos, que en 15 minutos transportan a los turistas a las instalaciones de la isla Alcatraz, considerada por varias décadas la cárcel más segura de Estados Unidos. El recorrido –que ofrecen agencias de viajes– puede variar desde 28 hasta 40 dólares y despierta emociones encontradas en algunos visitantes después de caminar por diminutas celdas y zonas de castigo. Eso, mientras escuchan escalofriantes historias de prisioneros célebres y peligrosos, como Al Capone, ‘Scarface’ y Robert Straud, el ‘hombre pájaro de Alcatraz’.

La cárcel fue cerrada en 1963 por el desgaste de la estructura y los gastos de mantenimiento. Desde 1972 se convirtió en parque nacional y es visitada por millones de turistas de todo el mundo.

Turismo ‘geek’

Lo que es Hollywood para el cine americano lo es Silicon Valley para la tecnología más avanzada de Estados Unidos. Está ubicado en el suroeste de la bahía de San Francisco, entre Menlo Park y San José

Allí se alojan las multinacionales más importantes en este campo, como Cisco Systems, Facebook, Google, Apple Inc. y Adobe Systems, entre muchas otras. Al igual que miles de pequeñas empresas conocidas como start- ups, muchas de ellas lideradas por jóvenes emprendedores. Entrar a las instalaciones de la mayoría de estas empresas no es posible, a menos que se tenga un buen contacto dentro de la organización; pero para muchos aficionados, el simple hecho de conocer sus exteriores ya les resulta fascinante.

Dentro de los planes recomendados y de acceso al público están el Museo Histórico de los Computadores y el Centro de Investigación de la Nasa, en Mountain View, que, por cierto, es gratuito.

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