El trío se encuentra en Irak y la Fiscalía dice que unirse a un Ejército extranjero no es delito
La decisión de tres moteros varones holandeses de unirse a las filas de los rebeldes kurdos en su lucha contra el Estado Islámico, ha provocado un conflicto legal inesperado. El trío, vecinos de Rotterdam, Ámsterdam y Breda, pertenece al club de motos No Surrender, formado en 2013. Similar en su estructura al famoso Hells Angels, los holandeses han servido en misiones militares en el pasado y ahora quieren denunciar “la opresión sufrida por los kurdos”. Ante la evidencia, a través de fotos y videos colgados en Internet, de que pelean con las fuerzas kurdas (peshmerga) en Irak, la Fiscalía General del Estado ha tenido que dar explicaciones. Según su portavoz, Wim de Bruin, “unirse a un Ejército extranjero ya no es punible en Holanda; otra cosa es que no vayan a ser perseguidos en casa por sus delitos, si los cometieran”. La diferencia con los occidentales que abrazan la yihad es sencilla para los fiscales: “EI es una organización terrorista”. Lo mismo que el Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), proscrito por la UE, la OTAN y Estados Unidos. De estar ahí, los holandeses sí podrían ser perseguidos.
A pesar del distingo hecho por la fiscalía, la presencia de los moteros en el norte iraquí genera gran confusión. Para empezar, los clubes de motos no tienen buena fama. Klaas Otto, jefe de No Surrender, había dirigido antes otro similar, Satudarah, considerado “fuera de la ley” por la policía holandesa. Lo mismo ocurrió con la versión local de Hells Angels (el original nació en 1948 en California, EE UU), registrado como “red criminal” en 1995. Sus miembros se habían metido en la producción de drogas y el tráfico de personas y bienes. Conociendo el efecto de la carga simbólica y judicial del pasado, Otto se ha apresurado a decir que los tres socios “marcharon a Irak por cuenta propia, no en nombre del club”. En unas declaraciones a una emisora local de radio, los ha descrito como “personas muy disciplinadas que ni siquiera beben y se revolvieron al ver las decapitaciones de los de EI”.
Como ha sucedido en otras capitales europeas, la comunidad kurda residente en Holanda se ha manifestado en las ultimas semanas pidiendo el envío de tropas para repeler a los yihadistas sobre el terreno. Especialmente en Kobane, cerca de Turquía. La protesta más llamativa se produjo a principios de octubre, cuando unos 250 kurdos de todas las edades ocuparon el vestíbulo del Parlamento durante varias horas. Estuvieron hasta la madrugada y no hubo altercados. Los tres moteros desplazados a Irak no anunciaron antes sus intenciones a la Federación holadesa de Kurdos. Sus responsables sí admiten estar recibiendo “de forma regular” cartas de holandeses dispuestos a luchar por su causa. “Somos una organización humanitaria. Lo que está ocurriendo con EI es horroroso y no se hace suficiente por los kurdos, pero la violencia no resuelve nada”, han puntualizado, al enterarse del viaje.