Un recorrido distinto y sin afanes por Berlín

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Una agenda turística en Berlín siempre será apretada. Siempre. Tendrá que ir al Reichstag, ver lo que queda del Muro, pasar por la Puerta de Brandenburgo, invertir un día (¿o dos o tres?) en el complejo artístico de la Isla de Los Museos, deleitar la vista en la Plaza de Los Gendarmes –Gendarmenmarkt–, con la Columna de la Victoria y de paso asistir a una fiesta tecno de esas que empiezan cada fin de semana en algún edificio abandonado de Friedrichshain y no sabe cuándo terminan.

Pero Berlín es, en partes iguales, intenso y nostálgico. Se reniega al frenesí de gran capital en un forcejeo armónico con el que logra, gracias a pequeños encantos –que pueden insertarse en el más rudo itinerario–, dar paso al más puro deleite. Eso sí, como todo tesoro, la clave del Berlín ‘lento’ está en caminar y saber buscar. No todo está a la vuelta de una estación de metro o parada de autobús.

Recorrido por Berlín

Un buen plan es tomarse un café en alguna de las terrazas del centro de la ciudad. Foto: Shutterstock

Todo empieza por el principio: una buena taza de café acompañada de excelente pastelería y bollería (los panes alemanes compiten con los franceses en buena lid). Cada 20 pasos –literalmente– encontrará cafetines de todo tipo, de la más variada personalidad. El berlinés –como el europeo– parece diseñado genéticamente para pasar horas leyendo, trabajando o conversando en un café. Y quizás, porque no hay WiFi en cada esquina, conversar todavía es importante. Así que usted puede ver a un maestro corrigiendo exámenes o artistas practicando sus parlamentos en la cafetería Frau Behrens Torten, que ofrece uno de los mejores capuchinos y tortas de la ciudad, mientras al fondo se percibe cómo fluye un disco de jazz.

También podrá saborear una exquisita taza de café en Giro D’Espresso, un reducto italianísimo que ofrece una carta hasta de 20 tipos de café, todos buenos. La experiencia puede repetirse al otro lado de Berlín, en Anna Blume, un poco más grande y moderna y con un menú más amplio, el rango empieza por el café y termina en la cerveza en un ambiente más desenfadado en una esquina de la hermosa Kollwitzstrasse, repleta de restaurantes. Este lugar es famoso por una experiencia berlinesa que no debe desestimarse: un buen frühstuck (desayuno) de domingo, servido en bandejas redondas que aumentan de tamaño y complejidad según el hambre.

Una de las maravillas de Berlín es que con poco dinero puede hacerse mucho y, si conoce el secreto correcto, hasta puede disfrutar un concierto gratis. Y no en cualquier teatro, sino en la Filarmónica de Berlín, donde cada martes, a la una de la tarde, hay un lunchkonzert –concierto de almuerzo– en el que virtuosos músicos, desde un solista hasta un trío, o tal vez un grupo de cámara, ofrece su arte por una hora mientras usted se come un sándwich en cualquier rincón. No paga nada, y al salir, cruza la calle y puede entrar al Tiergarten, el parque más grande de la ciudad. También vale la pena visitar el ‘Reloj del Mundo’, ubicado en el Alexanderplatz, una gran estructura metálica que indica las horas de diferentes lugares del planeta.

Joyas del Berlín ‘lento’

Entre las últimas obsesiones de los berlineses está el parque Tempelhof –y joya del Berlín lento–: un aeropuerto construido por los nazis, conservado como tal pero transmutado en lugar de esparcimiento con la pista de aterrizaje como paseo obligado para ciclistas y patinadores. Si llega sin bicicleta, allí puede alquilar una. Entre los hangares y el antiguo terminal, que se pueden visitar tranquilamente, hay un biergarten (literalmente, jardín de cervezas, funcionales solo cuando hay buen clima, es decir en primavera y verano), un lugar para tomar cerveza y picar alguna cosa. Solo con caminar por allí podrá apreciar el paso de la historia de este país.

Aeropuerto

El parque Tempelhof fue un aeropuerto. Hoy es un espacio para el sano esparcimiento. Foto: Shutterstock.

Otro biergarten memorable es el que queda en el Clärchens Ballhaus, en el Mitte, donde también hay un restaurante con pista de baile que lleva más de 100 años funcionando, y el salón “de los espejos” –Spiegelsaal–. Aunque lo mejor es tomarse una buena weissbier –cerveza turbia de trigo– en el jardín.

Alrededor, si camina con calma en la Auguststrasse, puede adentrarse en los patios interiores –Hofs– de los antiguos edificios, donde encontrará al menos una docena de galerías con todo tipo de arte y, si tiene suerte, se tomará un vino en la inauguración de alguna muestra.

Con el tiempo en Berlín también se han recuperado los antiguos mercados ubicados en viejos edificios, y son como templos a los que no suele llegar el turismo. No los encontrará a simple vista, pero la caminadita tiene su recompensa, pues con solo entrar en alguno (se llaman markthalle) se abre una puerta a la Europa de finales de siglo.

Sí, encontrará verduras y frutas, pero los mercados se han reinventado como pequeños templos sibaritas donde las estrellas son productos artesanales como pastas caseras, vinos portugueses, quesos impronunciables, mermeladas raras, embutidos extrafinos y pequeños comedores donde la gente se apretuja para comer desde carne asada hasta sushi o tapas españolas. Uno de los más bellos es el Rogacki. Suelen tener días de venta de comida orgánica o vegetariana.

Parque

Berlín dispone de grandes y tranquilas áreas verdes, ideales para descansar. Foto: Shutterstock

No deje de ir a Mauerpark, un parque enorme cerca de grandes porciones del Muro, donde hay un mercadillo en la calle, con artesanías, ropa, objetos vintage y comidas, donde además puede disfrutar una mañana muy cómica en la que verá cómo los alemanes pierden todo pudor y terminan cantando karaoke en un escenario de piedra. Al otro lado de la ciudad no puede perderse del mercadito de antigüedades en Charlottenburg Tör. El paseo de Savignyplatz es amado por los berlineses del oeste. Apenas bajarse en la estación de S-Bahn, con el mismo nombre, se encuentra uno en un pasadizo con cafés, tienditas raras y una librería fantástica justo bajo la estructura que sostiene los rieles del tren. Si sabe alemán querrá comprarse todos los libros, y si no, también, solo por la atmósfera de este lugar. Venden algunos en inglés y tienen una envidiable muestra de publicaciones de arte.

Catedral

La catedral de Berlín se levanta sobre el río Spree, en medio de bellas esculturas. Foto: Shutterstock.

Con un tiquete de transporte público que vaya también a la Zona C, y un poco de tiempo, trate de no quedarse solo en el clásico paseo a Potsdam (imperdible, eso sí) y pruebe el otro lado. Lejos, al este, a unos 40 minutos en tren, queda el Garten der Welt, el Jardín del Mundo, un parque con siete jardines –coreano, japonés, chino, balinés, islámico, renacentista y uno muy especial, ‘El jardín de la Cristiandad’–, rodeados de caminerías con flores y parques y lugares para tomar té o café. Puede llevar su comida para hacer picnic, sentir el tiempo pasar y camuflarse. Ser un berlinés más.

Si usted va…
*Frau Behrens Torten
Wilmersdorfer Strasse 96-97
Charlottemburg

*Giro d’Espresso
Knobelsdorffstraße 47
Charlottemburg

*Anne Blume
Kollwitstrasse 83
Prenzlauer Berg

*Markthalle IX
Eisenbahnstrasse 42
Kreuzberg

*Filarmónica de Berlín.
Berlin Philarmonie
Herbert Von Karajan Strasse
(Se puede llegar tomando el bus ruta 100, bajar en la parade Philarmonie)

*Garten der Welt
Se llega en Metro si compra un ticket para la zona C. Bajar en estación Marzhan, tomar bus 195.
Marzhan

*Tempelhofer Park
Bajar en la estación U-Tempelhof
Kreuzberg

*Mauerpark
Bernauer Strasse 63-64
Mitte

* Clärchens Ballhaus
Auguststrasse 24
Mitte

*Savignyplatz
Justo al bajar de la estación de S-Bahn Savignyplatz
Charlottemburg

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