Atraídos por la deslumbrante costa de Croacia bañada por el mar Adriático, los viajeros suelen pasar por alto una visita a Zagreb, la ciudad verde, que es la capital de ese país.
Solo unos 600.000 turistas extranjeros pasan cada año por allí, cifra pequeña comparada con otras capitales cercanas, como Viena o Praga, que reciben a millones.
Asentada a orillas del río Sava y protegida por el monte Medvednica, rodeada de lagos y bosques, Zagreb mezcla el carácter mediterráneo con un elegante aire centroeuropeo. Ya muchos la conocen como ‘la pequeña Viena’, por las semejanzas que conserva con la capital de Austria.
El reducido tamaño de la ciudad –de cerca de un millón de habitantes– y los buenos servicios de transporte le permiten al viajero explorarla en pocos días.
Su situación geográfica la convirtió en un importante cruce de caminos entre Europa central y el Adriático, lo que ha propiciado los intercambios económicos y culturales, y ha dejado también huella en su gastronomía.
El principal atractivo de Zagreb es, sin duda, su centro, con un casco antiguo medieval conocido como ‘ciudad alta’, mientras que la ‘ciudad baja’ la forman coloridos edificios y parques de la época austro-húngara.
En la ‘ciudad alta’, situada en un cerro, se concentran los monumentos culturales más importantes, que pueden recorrerse a pie, lo que le otorga al visitante un relajado sentimiento de cercanía que invita a callejear.
A ese casco antiguo medieval se puede llegar por funicular o, mejor aún, por su otrora único acceso: la Puerta de Piedra, un corto túnel en el que se ubica el santuario católico de la Madre de Dios de la Puerta de Piedra, la milagrosa protectora de la ciudad. La iglesia de San Marcos, en la plaza homónima, entre los edificios del Gobierno y del Parlamento, es probablemente el lugar más fotografiado de la ciudad, por su pintoresco tejado, en el que lucen los escudos de Croacia y Zagreb.
El Palacio Klovic, la iglesia jesuita de Santa Catalina, la torre Lotrscak y el paseo Strossmayer, que ofrece una de las panorámicas más románticas de Zagreb, son otras de las visitas claves.
El Museo de Arte Naif y el de las Relaciones Rotas –este último, único en el mundo, con recuerdos de numerosas parejas cuyo amor naufragó– son otros de los lugares destacados de este núcleo medieval, donde cada calle es un monumento al aire libre.
En la ‘ciudad baja’ domina la gran plaza central de Zagreb, la de Ban Jelacic, un magnate croata del siglo XIX cuyo monumento ecuestre se ocultó durante el comunismo y volvió a ser expuesto en 1990, tras la independencia de Yugoslavia.
Detrás de la plaza se encuentra el más conocido mercado al aire libre de la ciudad, Dolac, que ofrece frutas, verduras frescas. Aquí, el viajero puede hacer un alto y degustar una cerveza acompañada de alguna sardina o un queso típico.
Desde esta ciudad también se organizan excursiones de un día para conocer los alrededores, como los 16 Lagos de Plitvice, un parque protegido por la Unesco.
El estilo vienés
Cerca de Zagreb, ocho parques forman un eje conocido como ‘la herradura de Lenuci’, inspirada en el Ring de Viena, que ofrece un agradable descanso entre árboles y flores.
El primero de esos parques es el más conocido, Zrinjevac, y por él se llega a la plaza del mariscal Tito, donde se encuentra el Teatro Nacional.
Entre otros lugares muy populares del centro hay que destacar la plaza de Petar Preradovic y la plaza de las Flores; la calle central más larga, Ilica; la plaza Británica, con su mercadillo de objetos antiguos; y el paseo de la antigua calle mercantil Vlaska. Aunque este recorrido se puede hacer a pie, también hay disponibles pequeños autobuses turísticos y bicicletas públicas.